LA TRANSMISIÓN
ELÉCTRICA DE MENSAJES
La
invención del telégrafo eléctrico en 1837 estableció por primera vez la
posibilidad de la comunicación a distancia en forma instantánea.
El telégrafo inauguraba un
nuevo esquema técnico de comunicación a distancia basado en la transmisión de
impulsos eléctricos. Un fructífero árbol técnico del cual, en sus poco más de
150 años de existencia, nacieron sucesivamente el telégrafo, el teléfono, la
radiodifusión, la televisión y las redes telemáticas, es decir, el encuentro de
las telecomunicaciones y la informática. Un fenómeno muy reciente en la
historia de la humanidad, cuyo desarrollo se realizó a un ritmo desconocido
hasta ahora y sin el cual no es posible imaginar la organización social
contemporánea.
La transmisión eléctrica de
mensajes, al margen de su importante repercusión sobre la actividad mercantil
de la época, contribuyó al desarrollo de las agencias de noticias que habían
germinado alrededor del florecimiento de la prensa de masas a partir de la
década de 1830.
Gracias a las agencias, los
diarios podían tener un acceso rápido y barato a informaciones provenientes de
sitios distantes. La rapidez en llegar al público se convirtió en un factor
importante para valorar el interés de una noticia. El contenido de las
publicaciones fue adquiriendo un carácter menos local y más mundano.
Simplificando mucho se puede decir que las agencias hicieron que la prensa se
acercara a lo lejano y se alejara de lo cercano.
Esta rapidez tardó algo más en
llegar a esta parte del mundo. El camino de las noticias de hechos sucedidos en
el otro lado del océano continuó siendo lento y tortuoso durante algunas
décadas más.
Las
noticias de Europa tardaban semanas en llegar a la Argentina, en ocasiones
incluso meses. Así es que cuando apareció La
Prensa, en 1869, la mayor parte de la información era de
origen nacional. El diario La Nación. fundado
por Bartolomé Mitre en 1870, se abonó a los servicios de las agencias de noticias
y además comenzó a integrar una red de corresponsales en el extranjero. Aún
así, durante varios años las noticias internacionales siguieron llegando con
mucho retraso.
La invención del teléfono, en
1876, supuso un salto trascendente en la historia de la comunicación. El
teléfono, mediante la transmisión eléctrica del sonido, abrió la posibilidad de
que dos interlocutores situados en lugares distantes conversaran desafiando las
barreras del espacio, haciendo realidad antiguas utopías científicas.
El
gramófono o máquina de discos que inventó el alemán Emile Berliner en 1888, y
el fonógrafo musical de Thomas Alva Edison, que empezó a comercializarse a
mediados de la década de 1890, representan un hito fundacional en la historia
de las tecnologías de la comunicación Por primera vez entraba en el ámbito
doméstico una máquina de comunicar destinada exclusivamente al
entretenimiento.
El aparato de discos no tardó
en alcanzar una gran popularidad. En 1920, año de la entrada en funcionamiento
en los Estados Unidos de la primera emisora comercial de radio, en la mitad de
los hogares norteamericanos había un fonógrafo, convertido en el segundo medio
de comunicación de masas en importancia, después de la prensa.
En
1887, el físico alemán Heinrich Hertz construyó un aparato que podía producir y
detectar ondas electromagnéticas capaces de propagarse en el aire. Al cabo de
los años, este principio técnico fue aprovechado para transmitir sonidos e
imágenes a istancia. El primer paso fue la invención de la telegrafía sin
hilos, puesta a punto por Guillermo Marconi (1874-1937) entre 1894 y 1897, que
permitía enviar y recibir a distancia mensajes en código Morse a través de
ondas hertzianas.
Siguiendo el aliento del
telégrafo sin hilos, la investigación técnica continuaba avanzando. La próxima
etapa era la transmisión inalámbrica de la voz humana. Este objetivo empezó a
hacerse realidad a finales de 1906 gracias a la invención del tubo de vacío (o
válvula), punto de partida de la electrónica.
Desde
1906 hasta 1920, en los Estados Unidos se desarrolló el uso de la radio como
medio de comunicación punto a punto, abierto a todos, instantáneo, gratuito y
sin restricciones para miles de radioaficionados poseedores de diferentes tipos
de aparatos receptores y emisores (en Morse o sonoros), construidos por ellos
mismos.
Paulatinamente, las prácticas
de los radioaficionados (y los intereses comerciales de los fabricantes) fueron
desplazando el uso hacia la difusión, forma que terminó por imponerse, dando
nacimiento a uno de los pilares básicos de la sociedad de masas
A partir de 1922, surgieron
cientos de emisoras de radio a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Música,
boletines de noticias informativos, retransmisiones deportivas, conferencias,
servicios religiosos, discursos políticos y obras teatrales entraban por
primera vez en el hogar. El impacto fue inmediato. En sólo tres años, entre
1922 y 1925, el número de receptores de radio pasó de 400.000 a 4.000.000. En
1930, los aparatos instalados eran 13.000.000 y en 1935 alcanzaban 30.500.000,
lo que significaba casi un receptor por hogar.
En
un abrir y cerrar de ojos, el receptor de radio reemplazó al fonógrafo como centro
de atención del ocio familiar. Los editores de prensa, en un primer momento,
pensaron que la radio también terminaría por hacer desaparecer los diarios,
pesimismo que no tardó en demostrarse injustificado. De hecho, entre 1920 y
1950 el número de diarios por hogar se mantuvo estable.
No
obstante, la competencia de la radio tuvo consecuencias directas en la prensa
diaria, la cual se vio obligada a cambiar el modo de enfocar las noticias. El
valor de lo inmediato dejó paso, a partir de entonces, a una mayor atención en
la interpretación de los acontecimientos.
La
radiodifusión impulsó transformaciones importantes en el uso del tiempo libre y
representó un vehículo fundamental para la integración social de amplias capas
de la población. Gracias a la radio, millones de personas podían escuchar
simultáneamente las mismas noticias y los mismos anuncios publicitarios, bailar
las mismas canciones, emocionarse con los mismos melodramas* o reírse con los
mismos chistes. La radio estimulaba de este modo el sentimiento de pertenencia
a la comunidad y homogeneizaba la vida cultural y comercial en un marco de
controlado pluralismo, cuando no era utilizada, llana y sencillamente, como
arma de propaganda política en períodos de crisis y guerra, en especial por los
regímenes totalitarios.
Uno de los mayores problemas que se plantearon al
inicio de la radiodifusión fue la financiación de las emisiones. En los Estados
Unidos, tras algunos años de intensos y controvertidos debates, la solución que
terminó por imponerse fue la inclusión de publicidad comercial. Modelo que
antes o después terminó por adoptarse en casi todos los países del mundo. Entre
ellos, la Argentina. De este modo, la publicidad se convirtió en uno de los
ejes de la programación radiofónica.
Fuente: La lengua en los medios de comunicación Débora M. Chomski - Diego Levis, Kapelusz